LA DAMA DE ORO ⭐️ ⭐️ ⭐️ ⭐️

Helen Mirren nunca decepciona. En este caso, interpretando a Maria Altmann, una refugiada judía que huye a Estados Unidos tras la ocupación nazi en Viena y la desarticulación de su familia tras ser despojados de todo cuanto tenían: lo social, lo espiritual… y lo material.

Pero si la película se tratara sólo eso, sería como tantas otras que retratan las desgracias, el drama humano y los abusos sin límites ocurridos durante El Holocausto. La gracia de La dama de oro es que está basada en un litigio histórico entre una mujer contra nada más ni nada menos que el Gobierno de Austria.

¿La razón? La legítima reclamación de la legítima y única heredera de uno de los cuadros más famosos, más trascendentales y mejor avaluado económicamente del mundo: el Retrato de Adele Bloch-Bauer -conocido por mucho tiempo, simplemente, como La dama de oro-, de Gustav Klimt.
Para los amantes del arte, resulta muy emocionante revivir a través de la película las supuestas circunstancias que llevaron al pintor a plasmar tan magistralmente a su musa en óleo y oro: la atmósfera, los hechos históricos, los personajes, etc. Todo lo que muestra resulta creíble, fácilmente reconocible… y se transforma en una especie de backstage del famoso cuadro.

Aunque tiene sus racontos, la historia principal es lineal y clara: la protagonista se entera que puede acceder a una Restitución histórica de obras de arte robadas por los nazis, y contacta a un joven abogado (Ryan Reynolds) para que la ayude. Lo que al principio parece fácil y por lo demás justo, se convierte en una lucha eterna de una ciudadana americana contra un poderoso país que no quiere devolver aquello que considera propio.

Para Maria la pintura representa un tesoro, pero un tesoro familiar; un recuerdo de sus días felices en Austria junto a su tía Adele; por eso, su restitución no sólo representa un tardío acto de justicia, sino que además viene a llenar un profundo vacío que la guerra y la usurpación dejaron en ella tras dejar Europa.
Sin embargo, para Austria corresponde a un tesoro nacional, a un signo identitario, un pedacito del alma del país… y, como tal, no le hará las cosas tan fáciles a la heredera y a su abogado (que al principio la representaba por amor al vil dinero que podría valer el cuadro, pero que después descubrió motivaciones más profundas y nobles).

La película es ágil y entretenida. Las actuaciones son convincentes. La fotografía y la ambientación logran emocionar a las almas sensibles. El guión no es lastimero ni truculento, sino más bien elegantemente inspirador (incluso en las rimbombantes escenas en la Corte Suprema norteamericana, que parece ser la salvadora de todos los casos perdidos del mundo).

Vale la pena ver La dama de oro, no sólo para tener un brevísimo acercamiento al mundo de Klimt, sino también para formarse una opinión sobre la enajenación cultural ocurrida a manos de los nazis, con el robo de piezas como esta obra de arte… y muchas otras que, de seguro, siguen adornando las paredes equivocadas.

⭐️ ⭐️ ⭐️ ⭐️  (Excelente)
  • Dirección: Simon Curtis.
  • Protagonistas: Helen Mirren, Ryan Reynolds, Katie Holmes, Tatiana Maslani.
  • A quién le gustará: a las almas sensibles, a los amantes del arte, a los amantes de Klimt. A los amantes de las películas de Cortes y litigios; a los amantes de Helen Mirren; a quienes creen en la justicia; a quienes se sienten sensibilizados por 'la cuestión judía'; a los amantes de Ryan Reynolds; a quienes aprecian las buenas películas.
  • A quién NO le gustará: a quienes no tienen idea quién es Klimt, a quienes no se sensibilizan por el arte ni por el Holocausto; a personas insensibles en general; a los amantes de las explosiones, las balas y las persecuciones (no hay nada de eso, aunque parte de la historia tenga que ver con la Segunda Guerra).

Comentarios